El pasado Sábado, casi a la hora del cierre, apareció un joven que se iba de viaje e iba buscando, con verdadero empeño, el Libro del desasosiego del portugués Fernando Pessoa. Decía haberlo buscado por varias librerías de la ciudad (?¿) y no haber tenido suerte.
Allí me encontraba yo, con uno de mis clientes habituales, Pepe Olmos, presto a solucionarle el aprieto intelectual, cuando por mi cabeza me asaltó una sombra inevitable: ¿Cuántos días hacía que no veía ese libro por las estanterías? Suele ocurrirme que cuando me solicitan un título (de los clásicos, claro está) y me entra cierto nerviosismo es porque, como poco , me va a resultar difícil dar con él. Y éste era el caso.
La búsqueda, en principio, debía ser sencilla. En la base de datos me salía en existencias, la localización bastante clara, pero no había manera. Pepe Olmos, con el gesto de generosidad que le caracteriza, me ayudó en la búsqueda ante la intranquilidad de nuestro huesped.
-Si no me lo han birlado, tengo uno para ti – le dije al cliente.
-Ya estás como Diego Marín – me interpeló con mofa Olmos.
-Más quisiera yo.
Pues bien, birlado estaba. El pobre hombre se tuvo que ir sin su cuota de desasosiego y yo me quedé con un poco de humo en la orejas. Ya estábamos otra vez con lo mismo. Y es que cada vez que se acercan las fechas señaladas de Navidad o del Día del Libro hay un libro que desaparece como por arte de magia: El libro del desasosiego.
Y no llego a entender el fenómeno en su completa complejidad. Sí que es verdad que Pessoa se ha reivindicado en los último tiempos. En mi librería han venido personas de lo más variopintas preguntando por este libro o por la propia poesía del autor lisboeta. Gente que, a ciencia cierta, no se les puede considerar como buenos lectores pero que, por algún motivo desconocido, consideran que los Planeta (al grupo también lo incluyo), los Dan Brown y los Paulo Coehlo son papel higiénico para el inodoro.
Supongo que como regalo funciona genial. Regalarle a un posible ligue uno de los libros más melancólicos e introspectivos de Iberia es la mejor manera de parecer sensible. Porque hay una cosa que tengo clara: La gente lo roba para utilizarlo como regalo, no para leérselo. Y debe de haberse corrido la voz de que nosotros tenemos siempre la exquisita edición de Pre-Textos, porque ya van varios en los casi dos años que llevamos abiertos.
Y fijaos que he tenido que sufrir hurtos, sisas y malabarismos varios durante este tiempo. Desde amigos escritores que se roban a sí mismos sus preciadas publicaciones, hasta amigos autores que piden el libro de otro amigo autor para robarlo posteriormente. Menos mal que estas cosas quedan entre autores y amigos y demás.
Pero este hecho en concreto me tiene perturbado. Me dije: Nene, esto lo tienes que escribir.
El espíritu de denuncia me invadió y aquí estoy, llorando delante del teclado ante lo imposible. Pessoa es Mainstream, nos lo han robado de nuestro corazón. Dentro de poco, muy probablemente irá la gente por Cartagena diciendo cosas como «Ser comprendido es prostituirse» o «Vivir me parece un error metafísico de la materia, un descuido de la inacción» (Viva Schopenhauer, por otro lado). Y claro, se nos irá de las manos la situación y al carajo con Occidente.

Nada, dicho queda. Para aquellos que os interese, el Jueves tendremos otro ejemplar del citado libro. Estará por las esquinas habituales de la librería.
¡Salud!