Hoy os acercamos la figura inigualable de Alejandro Hermosilla, escritor de raza, wrestler de la literatura y laberíntica persona que ha dejado su huella -y nunca mejor dicho- en La Montaña.
Para todos los que no conozcáis al Martillo de México, para los que no hayáis escuchado su palabra de Bruja, aquí lo tenéis. Todo vuestro.

La Montaña Mágica – Hola Alejandro, aún tenemos en la retina la última presentación que hiciste en La Montaña. ¿Estás preparando algo para este 2017?
Alejandro Hermosilla – No sé si nos admitirán, pero si es así, deseo presentar junto a un fascinante performer afincado en Murcia, Domix Garrido, un acto creativo relacionado con la novela Bruja en Mucho más mayo. Y si es posible, llevarlo también a algún otro lugar como la librería En las nubes o algún bar o espacio de Alicante. Yo no soy más que un amateur, un aficionado de la performance pero Domix sí que es un verdadero artista y confío aprender mucho de él. En cuanto a México es difícil predecir. Te pongo un ejemplo. Pensaba presentar Bruja en un espacio de Cuernavaca pero la persona que iba a organizar el acto, ahora está amenazada de muerte. Algo no demasiado extraño en este país. En México todo es más difícil. Pero cuento con dos actores estupendos, Germán Munguía y Abril Pimentel, y si es posible, además de alguna presentación universitaria, prepararé junto a ellos, seguro, dos o tres improvisaciones callejeras. Quiero ir con violinistas y Germán y Abril a bares y realizar un pequeño acto artístico de 5 minutos relacionado con Bruja. Interrumpir la vida nocturna de los antros y presentarles esa fantasía onírica. Y también me gustaría llevar a cabo algo en las plazas de algún pueblo mexicano. Ya veremos cómo se van dando las cosas.
En cuanto a libros, pues tengo prácticamente terminada otra trilogía: El jardinero, Ruido y Puercos. Pero creo que para no saturar, lo mejor es ir sacando un libro cada dos años. Y creo que lo ideal por tanto es que El jardinero vea la luz después de que aparezca Tormenta. Novela que publicaré obviamente con la maravillosa Editorial Balduque en el 2018.
MM – Genial entonces. ¿Sabes? Cada vez que paseo por la librería y bordeo una losa en concreto me acuerdo de ti y sonrío. En serio.
AH – Te refieres, supongo, a la grieta en el suelo que hice al golpear con mi martillo sobre un pequeño yunque de hierro en la presentación de Bruja. Bueno. Te comento. Todo aquello fue obviamente improvisado. Yo soy muy distraido y poco práctico. Un Quijote nihilista o budista, según los días. Y horas antes, cuando preparaba el acto, no me di cuenta de que al golpear con el martillo en el hierro, esto afectaría al suelo. Hubo por cierto en ese acto un momento en que pensé dejar de martillear pero finalmente, seguí. Continué dando martillazos como pude. Pensé, bueno, luego hablo con Vicente y si le tengo que pagar 100 euros pues se los daré. Afortunadamente, no me cobraste nada y agradezco mucho que así fuera. Ja,ja,ja. En fin. A raíz de esa noche, y para no tener problemas, llevo a todos los actos una tabla de madera para amortiguar los golpes del martillo en el hierro.
MM – ¿Qué significa en verdad ese Martillo?
AH – Bueno. Yo soy un absoluto fanático del Thor de Walter Simonson que fue el primer cómic o libro que me hizo llorar. Para mí, el Thor de Walter Simonson es mi Iliada particular, como La Odisea pueden serla los cómics de El Jabato. En fin, no sé cómo lo hice, pero antes de llegar a los 13 años, tenía una colección de casi 1000 cómics. Pero mi favorito, sin ninguna duda, el que me adentró para siempre en el mundo de la narración adulta, fue el Thor de Walter Simonson. Leyendo ese ciclo genial que empieza con la derrota de Thor a manos de Rayo Beta Bill, me enamoré para siempre de los martillos. Cada vez que Thor lanzaba el martillo, sentía que algo ocurría. Alguna compuerta con el mundo divino se abría. Y eso es lo que siento al agarrar el martillo en las presentaciones. Que hay un poder detrás que está moviendo los hilos para conseguir que algo ocurra que ni yo mismo sé controlar ni definir. Respecto a un significado intelectual del símbolo martillo pues obviamente, para mí es un instrumento que me sirve para abrir mentes y cabezas. Para empezar, la mía. Yo funciono por contrastes. Basta que alguien critique a Jodorowsky y lo ridiculice para que me ponga a contemplar escenas de la maravillosa La montaña sagrada. Que alguien me habla de Morrissey, pues yo me pongo a escuchar Scorpions o W.A.S.P y con mucho gusto. Y si alguien alude a la gran modernidad del Primavera Sound, pues rápidamente algo en mí se pone a buscar grabaciones de Chopin, Alban Berg o Shostakovich. En fin. No lo puedo evitar. Y con el libro Martillo, obviamente, creo que mostré cómo funciona mi mente pero en este caso, con el mundo árabe. Harto de críticas al mundo árabe y la típica demonización pues quise enaltecerlo, idealizarlo. Pero como a alguien se le ocurra hablarme maravillas de aquellos países, no me extrañaría que me diera por hacer un texto enalteciendo el mundo occidental. Eso es Martillo. Romper, fracturar todo lo que solemos creer del mundo. Pensar en bruto.
MM – Has confesado repetidas veces que Bruja, tu última obra, publicada en Balduque, es un poco compleja. ¿Por qué? ¿Podrías darnos algunas pistas para no perdernos?
AH – Pues imagina una película tipo Mulholland Drive de David Lynch narrada con un lenguaje preciosista o simbolista a lo siglo XIX. O una especie de poema místico extendido a lo largo de más de 200 páginas. Creo que eso ya habla por sí mismo de la dificultad del libro.
Bruja es más compleja que Martillo porque las mujeres, según mi punto de vista, son por lo general más complejas que los hombres. Y Bruja es la segunda parte de la trilogía onírica. La parte femenina. Es decir; quiero acercarme a la realidad de la bruja que la protagoniza como si estuviera soñando. Imaginemos que alguien sueña con una bruja pues así quiero que el lector entre en la historia. Y por eso, esos personajes que aparecen y desaparecen hasta que sólo al final, revelan lo que son o podrían ser.
Bruja es una indagación en la parte oscura de las mujeres. En la parte salvaje del mundo feminino. Es una crítica voraz al feminismo pero también una explicación ancestral, casi mítica, de su origen. Las primeras páginas de la novela son muy lentas. No ocurre nada. Estamos dentro de un castillo que en realidad es un útero. Y bueno, si al lector no le gustan los juegos metafóricos de palabras sinuosos que compongo, pues se irá del libro. Como si no le presta atención con los cinco sentidos. Algo que parece un suicidio solicitar en la era facebook. Pero si por alguna razón, sí conecta con el libro, entra dentro de su atmósfera, creo que puede vivir una experiencia mágica y diferente. Si en Martillo veíamos los monsruos de Lovecraft en movimiento, aquí vamos a conocer a quien engendra los monstruos. El vientre donde se mece Satán o Chulthu o como se quiera llamar. Porque convendremos que Chulthu, todos esos effrits de Las 1001 noches tienen que surgir de alguna parte. ¿No es así?
Resumiendo la historia sería esta: una muchacha es acusada de brujería y huye a un bosque. Allí se sueña bruja y se proyecta hacia el pasado y el futuro permitiéndonos entrar en su mundo interior. Del cual es sacada, cuando en las páginas finales del libro es atrapada por sus captores y condenada a tener un hijo que en cierto modo, es el diablo. Y en gran medida, es símbolo de esta irritante época de plástico que vivimos.
No me gustan demasiado los libros que se pueden explicar con claridad. Bruja como Martillo no es totalmente explicable. Un gran amigo mexicano, Fabrizio Nolasco, me comentó que Bruja le había gustado pero que no podría definirla. Que no sabía lo que era Bruja. Bueno, él me quiere mucho y por eso tuvo la paciencia de leerla y llegar a uno de los rincones donde me gustaría llevar al lector. Pero veo lógico que muchos que ni me conocen ni me quieren como él, abandonen el libro. Lo lógico es que Bruja encuentre su público y sus lectores dentro de bastante tiempo. Espero reseñas de Bruja dentro de un año y medio o dentro de tres o cuatro. O de diez o veinte. Es un libro femenino. Tiene otro modo de actuar que Martillo. Y no me preocupa que marche lento. Sé que llegará el tiempo de Bruja. Un momento en que se comprenderá. Las brujas son más misteriosas, sufren más rechazos, no son actuales pero por lo general, tienen sus maneras de imponerse mucho más secretas. Pienso que en futuro más cercano o lejano llegará el momento de Bruja y de hecho, voy a insistir en ello porque yo creo en el libro. Pero entiendo que el reto es tan grande y complejo que tendré que dar alguna facilidad. Creo que haré pronto alguna guía para lectores digamos normales.
Obviamente, Tormenta será mucho más movediza y seguramente, mucho más sencilla, pero no porque así pueda llegar a más público. Lo será porque es la parte travesty de la trilogía y los travesties siempre se están moviendo. Por lo general, son muy divertidos.
MM – ¿Cuánto de Bruja hay en tu interior?
AH – Lo que hay mío de Bruja está en la novela. La novela soy yo y esa es la bruja que hay en mi interior. Soy bruja cuando leo mi novela o cuando hago una pequeña performance. Más allá de eso, no sé qué es ser bruja ni me interesa el tema. Mira. Anakaren Rojas hizo una reseña que me gustó mucho para un periódico mexicano, El sol de Tlaxcala. ¿Sabes por qué me gustó esa reseña? Porque fue muy sincera. Más o menos, dejó traslucir que valoraba el libro, el desafío pero que no sabía bien qué estaba leyendo. Que eso le producía fascinación pero también desesperación. Me gustó porque fue sencilla y sincera. A veces, más que de un libro, tenía la sensación de que estaba hablando de una bruja, y eso me gustó mucho. Porque es que el libro no es tanto una novela sino efectivamente una bruja. Comprender eso es penetrar en el corazón del libro. Pero entiendo que es difícil llegar ahí.
MM – Leí “Martillo” (sé que nunca te lo he dicho) y, además de sorprenderme gratamente, me quedó esta conclusión nítica y concisa. El hombre por su condición imperfecta esta destinado a encontrarse en un viaje constante. ¿Me equivoco?
AH – Creo que es una buena lectura. No sé qué más puedo añadir. A ver. Recuerdo estar en Brindisi (Italia) junto a Nacho y Carolina de la Galería de Arte T20, mi novia de aquel entonces, Mari Luz y 12 o 14 personas más. Íbamos a cruzar en barco hacia Italia pasando junto a Itaca. Yo estaba emocionado. El destino final de aquel viaje era Estambul y de repente, alguien dijo que habían puesto una bomba en la capital turca. En media hora, todo el grupo menos cuatro o cinco personas había decidido volverse a España o seguir en Italia. Y yo obviamente opté por ir a Turquia vía Grecia. Porque creo en ese viaje constante. Recuerdo cruzarme por ejemplo una mañana con el gran José Daniel Espejo. Apenas lo conocía y me comentó que estaba viviendo en Sarajevo. Pues bien, me faltó tiempo para decirle si podía visitarlo. Y bueno, fue impresionante ver esa Bosnia todavía destruida por la guerra. Te podría poner más ejemplos en que siermpre opté por el riesgo y el viaje. Y me alegra que veas ese espíritu en Martillo. Yo ya estoy cansado de viajar físicamente. Ahora mismo no soporto los viajes físicos. Tal vez porque vivo en el extranjero y lo que ansío es volver a casa. A España. Pero el viaje interior continúa. Y es muy movedizo y perturbador, como poco.
MM – Para los que no lo sepan, resides en México desde hace unos años. ¿Qué fuiste a buscar? ¿Acaso no iniciaste tu particular viaje del héroe a lo Joseph Campbell?
AH – El viaje del héroe del que hablas nació en otras circunstancias. Te explico. Tras acabar la licenciatura, opté por pedir una beca para hacer una tesis de la literatura del gran Ernesto Sábato (a quien tantos escritores y críticos critican ahora poniendo de manifiesto precisamente el vacío en que vivimos). Tras varios años, la obtuve y pude viajar a Argentina, República Dominicana, Chile, Brasil, Venezuela, Colombia y muchos más países. Viví cosas maravillas, inolvidables que de hecho, no he contado muchas veces a nadie para no generar envidias. Ahí sí que viví un viaje heroico porque además, volví a España y leí mi tesis con éxito y no sé qué decir. Fueron años de aventuras, romances, sueños, locura, pasión. Eso sí que fue heroico. MA-RA-VI-LLO-SO.
A México llegué en el 2007 con una Beca y me fui de allí en el 2009. Realmente, mi regreso a este país en el 2012 estuvo más motivado con el deseo de conseguir un trabajo que de vivir una aventura. Sólo dios, creo, sabe qué hago aquí. A ver. Te seré sincero. Yo ahora no me siento viviendo ningún viaje del héroe. Me siento como Caín. Exiliado. Perdido. Derrotado. Hace poco por ejemplo, la directora de un centro intentó manipularme (y de hecho lo hizo en parte), joderme, pisarme, mentirme. Me han pasado tantas cosas negativas en México, he visto tanta sangre, muerte, humillaciones, odio, mal puro, horror, desastres en los dos o tres últimos años que me siento más destrozado que alegre. Al menos, eso sí, lo he aprovechado todo esto para realizar libros como Ruido o Puercos o El jardinero. Y también Martillo y Bruja, claro. ¿No se dan cuenta los lectores que en Martillo y en Bruja hablo precisamente de eso pero en clave metafórica; que el horror de las muertes mexicanas aparece continuamente en ambos libros? Creo que lo importante para mí es que sigo luchando y continúo vivo. Y, sobre todo, encontré al fin creo que a mi alma gemela. Una mujer de la que estoy completamente enamorado y por la que me mantengo aquí. Pero si este amor terminara, en una semana volvería a España. A mi querida España. Realmente, sólo sé lo que hago y le encuentro un sentido a mi estancia aquí cuando estoy con esta mujer de la que te hablo: Susana. El resto del tiempo leo y escribo sin cesar como un hombre perdido. Pero no como un héroe. Ahora mismo, si te soy sincero, ya no tengo ilusiones vitales. Lo que he visto a mi alrededor me las ha quitado. El egoísmo humano llevado a su máxima escala. Y sueño con alcanzar la paz y meditar para conquistar un nuevo espacio interior. Ahora escribo sobre horrores y tal vez de manera compleja, pero te aseguro que un día lo haré de manera sencilla y sobre el amor.
Será tal vez mi manera de imponerme a la miseria y podredumbre que veo diariamente de la que tal vez yo también forme parte, aunque como otra mucha gente lucho por lo contrario. Por aportar algo de luz y bondad y justicia. Pero eso te lleva muchas veces a que te destrocen. En España probablemente, no. Pero en México, sí. Y no creo que sea tanto el culpable de este hecho la gente sino el sistema implantado que no voy a definir para no herir susceptibilidades, pero bajo mi punto de vista, bordea lo esclavista y lo colonial con lo peor del capitalismo salvaje y la globalización. Una bomba de relojería que obviamente es campo de cultivo para que florezca el narcotráfico y la ley del más fuerte.
MM – ¿Se vive la literatura de diferente manera al otro lado del charco?
AH – Todo en México es mucho más extremo que en España. Yo aquí he visto lo peor del ser humano y también algunos de los seres humanos más nobles. Te comento. Yo pensaba, cuando aterricé en el 2007, por esto mismo que te digo, que la literatura mexicana sería increíble. Porque cuanto más caos hay en un lugar, más interesante es su arte. Los primeros tres meses leía como 20 o 30 0 40 libros -qué sé yo- para comenzar a poner las bases de mi ensayo sobre literatura mexicana y Sergio Pitol. Pues bien, la sorpresa fue que pensando que me iba a encontrar con algunos de los mejores escritores actuales del mundo entero, hallé una literatura oficialista, falta de brío, retórica e irónica en el peor sentido de la palabra. A ver. Amé a Salvador Elizondo, Rulfo -obvio-, Francisco Tario, Ibarguengoitia. Pero la mayoría de libros me parecían insoportablemente de clase media cuando a mi alrededor había muertes y caos. Hasta que comprendí el sistema mexicano. Aquí el P.R.I que no en vano instauró la famosa dictadura perfecta, da becas de gran cuantía económica a creadores. Esto quiere decir, que el Estado paga a escritores por escribir. Y claro, pues la gran mayoría quieren ganar esa Beca que les saque de la pobreza o les consiga los contactos necesarios para alzarse en el poder literario y obviamente, no conseguirán el Premio si critican al Gobierno. Muchos critican al Gobierno, sí, pero sin ir al fondo de la cuestión. Una crítica que en el fondo le favorece al Gobieno porque así da una sensación de libertad. ¿Me explico? Si entras en el grupo de los de arriba pues se te abrirán las puertas de concursos, revistas, fiestas y eso obviamente, provoca que los libros no sean corrosivos. Estén bien escritos, por supuesto, pero no sean peligrosos. Obviamente, este sistema explica movimientos como el infrarrealismo o ciertas partes de la obra de Roberto Bolaño. En el tiempo de los infrarrealistas, en México no estaba implantado el Sistema Nacional de Creadores pero sí el sultanato de Octavio Paz. Y contra eso luchaban poetas que obviamente, fueron ignorados, criticados y expulsados. Y de los que ahora el mismo sistema se aprovecha haciendo por ejemplo que la obra de Bolaño sea prologada por críticos que serían los máximos enemigos y detractores del escritor chileno de estar vivo y no haber conseguido el éxito internacional. Algo que también explica el porqué muchas veces debamos citar a Malcolm Lowry u otros autores extranjeros para captar la esencia simbólica mexicana.
Sinceramente, creo que los mejores escritores mexicanos actuales los conoceré dentro de una o dos décadas y se impondrán a este sistema que ahora mismo no permite visualizarlos. De hecho, los que conozco actualmente no están publicados por editoriales mexicanas. Un gran libro como Anatomía de la Memoria de Eduardo Ruiz Sosa fue publicado por una editorial española, Candaya, que probablemente percibió su alto valor literario y no se dejó llevar por intereses personales o políticos.
Por otra parte, el público en general y las personas honestas, ajenas a estos métodos, pienso que viven la literatura con pasión y nobleza. Y hasta con ilusión. Con ellas sí es un placer hablar. Eso por supuesto. Pero muchas veces estos lectores son víctimas del sistema sin saberlo.
MM – ¿Y cómo se percibe los movimientos de tu tierra natal a través de las redes sociales? ¿No crees que hay un poco de postureo solapándose con un sabor provinciano de nuevo orden?
AH – Mira. Para empezar, creo que el nuevo orden no es más que el viejo orden reciclado. Y el postureo, una forma como otra cualquiera, de frivolidad. Que yo definiría, como una forma de evadir la muerte. Por lo tanto, es algo que está en todos los lugares. Yo amo Murcia. Y en el mundo globalizado en que estamos, creo que lo que indicas, puede decirse a muchos otros lugares. Eso mismo, supongo, se puede afirmar de Zaragoza, Valladolid, Madrid o Barcelona. El Sonar por ejemplo y el Primavera Sound. Con facebook hay que llevar cuidado. Yo de hecho, pongo mis tres o cuatro averías semanales y contesto a quien me habla y muy poco más. Hay que ser cauto en facebook por imperativo de salud mental. Si me preguntas por el ambiente literario murciano, pues te diré que creo que es algo increíble. Hay tantos nombres de escritores que citar, que no lo voy a hacer para no enojar a aquellos de quienes me olvide. Pero vamos, El coloquio, Balduque, Raspabook, Los lunes literarios, Mandarache, Deslinde, La fea burguesía, La Galla ciencia (¡Genial ese número dedicado a Bowie!). En fin. Estoy seguro de que me estoy dejando editoriales, revistas. Murcia es un milagro.
MM -Para aquellos que no te conozcan bien, ¿puedes darnos una relación de los libros que han caído en tus manos durante este 2016?
AH – Creo que la mejor forma de que alguien me conozca es meterse en la web www.averiadepollos.com Ahí irá viendo mis filias y muy pocas fobias.
Pero bueno, a ver te citaré algunos. Yo siempre estoy leyendo decenas de libros al mismo tiempo. A ver. Este año me alucinó leer Extinción de Thomas Bernhard, Al límite de Thomas Pynchon, Lord de Joao Gilberto Noll, la biografía de Lemmy Kilmister, la poesía de Juan García Román, la biografía de Maquiavelo de Marcel Brion, Los jardines estatuarios de Jacques Abeille, Fargo Rock city de Chuck Klosterman, La facción canibal de Servando Rocha, Frente a la gran mentira de Antonio García Trevijano, etc.. Y bueno, decirte que también disfruté mucho con sendas biografías sobre Steve Jobs y Pep Guardiola y decenas de películas. De hecho, este año al fin me tragué casi entera la obra cinematográfica de Bela Tarr y de Paradjanov y buff…¡Algo increíble! Y en cuanto a cómics, creo que The unwritten aun con sus irregularides, es interesantísima y por momentos, casi única.
MM – Anda, dinos algo que no soportes de la literatura actual.
AH – Pues mira, no me gusta mucho hablar en términos de literatura actual. Cuando un libro se me presenta como literatura actual no me suele gustar. Lo leo y suelo aprender cosas, claro, pero no tiende a gustarme. La literatura es o no es. ¿Consideras por ejemplo que tu libro Principio de gravedad es literatura actual? Yo no. Y por eso me pareció tan enigmático y sugerente. Realmente, creo que casi todo lo que no me gusta de la literatura actual, tiene que ver con la sociedad actual. Pero bueno, concretaré. Y te responderé.
1) No me gusta que la literatura se haya contaminado del lenguaje de lo políticamente correcto. Que haya perdido riesgo y locura. Que se mire más lo oficial y el premio que la aventura.
2) No me gusta que para cualquier autor sea tan difícil realizar un libro como conseguir un agente con lo que eso implica en todos los sentidos.
3) No me gusta que los escritores busquen la sencillez o la brevedad para adaptarse a internet y no busquen que internet se adapte a ellos o mejor aún, transformar internet.
4) No me gusta que los escritores estemos hablando siempre de nuestras obras en Facebook. Al final, se acaba produciendo el efecto contrario al deseado. Si no a la corta, a la larga.
5) No me gusta David Foster Wallace. Mira. Si tú lees mis averías verás que lo pongo bien porque soy capaz de diferenciar mi gusto personal con mi visión objetiva de él como escritor. Pero te confieso que no lo soporto. Algunos de mis peores días de mi vida lectora tienen que ver con la lectura de algunas de sus obras. Leer La broma infinita fue eso: una tortura infinita. Cuando terminé el libro, respiré aliviado. Sin embargo, hay algo que amo de él. Que fue capaz de ir al límite. Que llegó al límite. Ahí sí tiene todos mis respetos. Pero prefiero a otros de sus compañeros. Y aun pudiendo entender el mito Foster Wallace, no lo comparto en absoluto.
MM – Ya sabes que muchas personas te echan de menos (yo incluido), así que, ¿para cuándo ese regreso? ¿Cómo ves a este país desde la distancia?
AH – Amo España absolutamente (y por eso de vez en cuando me leerás alguna crítica feroz a la tierra de mis abuelos). Yo nunca hubiera querido irme de aquí. Jamás. Mi sueño era trabajar en España. Pero en fin, el hombre hace planes y dios dispone. ¿Cómo veo España? Pues un país títere. Escindido por la locura de las regiones. Un país sin autonomía controlado por Bruselas. Un país sin idea de lo que es la democracia que vive sometido a una oligarquía de partidos. Con una deuda enorme que antes o después estallará. Pero lleno de gente auténtica y verdadera. Gente de verdad. Gente latina que hace de este país un sueño. Una mezcla entre Europa y la América hispana realmente fascinante. España es magia. Brujería. Está manipulada y totalmente controlada. Pero sé que su embrujo pervive. Ojalá resistamos al maremoto globalizador y no perdamos nuestra identidad.
MM – Para despedirnos, sólo una cosa más, amigo mío. Imagina que estuvieses obligado a coger una pistola y elegir entre matar a todos los Goytisisolos o a todos los Paneros. Dinos. ¿Quiénes serían los sacrificados?
AH – Pues mira, creo que antes de matar a alguien, me mataría a mí. Creo que lo que tengo que hacer es matar a Hermosilla. Mira todas las palabras que he soltado. Eso es lo importante y urgente y algún día lo haré metafóricamente. En plan budista. Callar. Matar mi ego. Pero bueno, puesto que esto no ha sucedido de momento, pues te diré que sin dudas elegiría matar a los Goytisolos. Y me quedo con los Paneros. A Leopoldo María Panero por cierto, lo conocí en Zaragoza. Y fue genial. Yo leía un texto sobre su poesía en un Congreso y él me tiraba papelitos y cigarrillos. Era adorable. Se notaba que era un loco con un corazón enorme. Amo a Leopoldo. ¡Qué gran poeta! Por cierto, que hace poco leí el libro que le dedicó Antonio Marín Albalate y me pareció muy bueno. Cito de memoria el verso que se repite en el libro: “Dame la mano que tengo miedo”. Genial, sincero y merecido homenaje a un grande. El loco del tarot convertido en un personaje literario inimitable. Como verás, entre los racionalistas y los locos, me quedo con los lunáticos. Ja,jajajaj